martes, 12 de mayo de 2009

Capítulo V: Todo es un sueño

La realidad parece distorsionada, como con una textura tan densa que hasta respirar tiene mucha dificultad, John está perdido en un campo de arbustos al parecer interminable donde el cielo está arduamente nublado y la luz es casi nula. Se encuentra perdido y la sensación de incertidumbre, de sentirse tan sólo que el único consuelo es la paranoia, lo carcome al grado de no poder dejar de correr y encontrar algún refugio de sí mismo. Inesperadamente dentro de los arbustos aparece una enorme casa hecha de madera blanca que está extremadamente maltratada, al parecer sólo la fe de un propósito perdido es lo que aún la mantiene en pie.



Su aspecto casi terrorífico hubiera espantado al mas valiente, sin embargo John encontró en ella un refugio, alguien tendría que vivir ahí o al menos si llovía tendría donde cubrirse. Al entrar a la casa John sentía una inexplicable tranquilidad, ya había estado ahí en algún momento, quizá en otra vida, otro tiempo. Empezó a recorrer la enorme propiedad preguntando por alguien o algo que le pudiera dar una respuesta, la desesperación era cada vez mas fuerte y consumía a John lentamente. Así recorrió los pasillos con una sensación de que la casa era mucho pero mucho más grande por dentro de lo que parecía ser por fuera.



Subió las escaleras y sintió la necesidad de encontrar un cuarto, esa familiaridad con la casa era muy extraña para John sin embargo sabía inexplicablemente que en ese cuarto encontraría una respuesta. Después de un largo rato corriendo por los interminables pasillos de la casa y con la curiosa sensación de no sentir ni un ápice de cansancio por fin John encontró la puerta que estaba buscando.



Abrió cuidadosamente la puerta y se encontró con el sol muriendo lentamente en las montañas a través de una pequeña rendija entre las nubes se alcanzaba a apreciar lejanamente el atardecer en todo su esplendor. La escena dejó a John en un completo estado de shock, de esos que sólo los complejos sentido de estética de la naturaleza pueden fabricar. Al menos por un momento la desesperación, la paranoia y la incertidumbre desaparecieron para dar paso a una extraña sensación de paz. Se encontraba en el piso mas alto de la casa, a la entrada de lo que al parecer fue cuarto tan grande como para abarcar la altitud entera de la casa, pero no había nada mas que ruinas. Las escaleras por las que se debería de bajar al cuarto estaban destruidas junto con todo lo que debió de haber sido el final de la casa, se podía ver el campo y restos de lo que fue el piso de madera. Ahí al final de los restos estaba un pequeño niño, de unos 7 años que llamó poderosamente la atención a John, se encontraba contemplando al igual que él la maravillosa muerte del sol en las montañas.

-Por fin.... Alguien. Murmuró John

El niño volteó lentamente hacia John, mientras lo hacía John reconocía perfectamente al niño, lo cual lo alteró gravemente



Era él mismo.

El pecho de John comenzó a sangrar, mientras el niño se paraba y se acercaba a él.

Al estar frente a John el niño le dijo:



"Las mejores épocas de nuestra vida es cuando descubrimos que lo malo que hay en nosotros es lo mejor de nosotros mismos".









John despertó.






Una luz enorme lo dejaba en un estado de ceguera bastante inconveniente, se encontraba en una cama de esas que parecen o parecían de hospital y tenia conectado un raro pulsímetro. En su pecho tenía una gasa cubriendo un montón de vendas, algodones y un agudo dolor que a penas y podía soportar, lo que hizo que John entrara en un estado SEVERO de pánico. A pesar de que se sentía altamente sedado, trató de pararse y quitarse todo eso que traía encima, cubriendo huellas de respuestas a preguntas que John ni si quiera, en su inconveniente estado, había hecho aún. En ese momento sólo escucho una voz femenina, no alcanzó a entender lo que decía ni mucho menos a ver al dueño de la misma y sintió un pequeño shock eléctrico que lo volvió a dejar inconsciente.

Después de un tiempo incierto, esta vez tranquilamente, John volvió a despertar y en vez de cegarse al gran foco sobre él, se encontró en una especie de laboratorio-casa enorme que había sido acondicionado en una inmensa cueva. Esta vez, el asombro por el lugar hizo que John olvidara el dolor, los "por qués", los "cuándos" y los acontecimientos previos. Se levantó rápidamente de la cama para incursionar en la cueva, al bajar de la cama sintió un dolor agudo en su pecho, que le hizo recordar aquel abrupto despertar. Las gasas ya no estaban, ni el pulsímetro, ni las sondas de recuperación y al tocarse el pecho, John comenzó a sentir con sus dedos lo que parecería ser el enorme relieve de una gran cicatriz en su pecho. John se comenzó nuevamente a alterar.


-"Friedrich Nietzsche", dijo una voz femenina.


John volteó rápidamente para buscar entre la media luz de la cueva a la dueña de aquella voz y a lo lejos observó una figura que se acercaba para aparecer claramente delante de él.


-La frase que balbuceas en tus sueños es de Fiedrich Nietzsche, un filósofo alemán del siglo XIX


-¿Frase?


-"Las mejores épocas de nuestra vida son aquellas en las que nos damos cuenta de que lo malo que hay en nosotros es lo mejor de nosotros mismos".


-¿Quién eres tú? ¿Qué estoy haciendo aquí?


-Mi nombre es Diana. ¿No recuerdas la explosión?


-¿Explosión?
-¿Qué es lo último que recuerdas?


-Recuerdo un dolor en el pecho, un malestar terrible en todo mi cuerpo, el aeroplano, el agente de la policía social, pero a partir de ahí todo es confuso.


-Pues al parecer el chip de tu pecho se sobrecargó tanto que se rompió, lo que hizo que tu energía estuviera completamente fuera de control por algún desequilibrio emocional fuerte. Esas sensaciones de malestar no eran mas que una incontrolable ansiedad causada por un enorme, ENORME cantidad de energía que habías almacenado durante toda tu vida. Como no sabes controlarla y por tu desequilibrio emocional, la energía seguramente salió desbordada desencadenando la destrucción del avión y sus pasajeros, dejándote inconsciente


-¿Qué? ¿Cómo lo sabes? De todos modos si eso que dices es verdad, ¿Cómo llegaste hasta donde estaba? Estábamos a miles de kilómetros de cualquier costa.


-Sentí tu energía John. La primera vez que sucede lo llamamos "accidente de energía" y deja completamente inconsciente al cuerpo, destruye la mayor parte de las cosas que están cerca de ti pero no te hace el menor daño y al terminar el accidente un campo magnético queda al rededor de tu cuerpo haciéndolo flotar. La cirugía de tu pecho es porque tuve que sacar el chip roto de tu corazón, para evitar que murieras y también que pudieran rastrearte hasta aquí.


-¿Dónde estamos?


-En una montaña, cerca de lo que un día fue Ciudad Serdán del estado de Puebla en México. La ciudad mas cercana es la ciudad número 4 de de la región centro América. Las altas temperaturas de la montaña nos permiten pasar inadvertidos para todos aquellos que pudieran estar buscándonos.


-Pero ¿Por qué nos escondemos? ¿Cómo lograste construir todo esto? ¿De dónde sacaste todo?


- A veces suelo ir a la ciudad. La tecnología deshumaniza pero realmente no puedo vivir sin ella.


-No contestaste mi pregunta.


-John, la vida misma es una pregunta, si fuera una respuesta no tendría sentido. Dijo Diana sonriendo.


Contéstame!


-El chip en tu pecho no es un simple emisor de energía. Tiene más funciones. La principal es evitar que tu energía se exteriorice aunque por sí mismo no hace mucho, pues al ser la energía humana renovable e ilimitada como la naturaleza misma se necesita que mantengas enfocada tu energía en la infinita variedad de cosas que se hacen en las fábricas de ignición para que tu chip la catalice a las celdas de recepción y toda esa energía te sea robada de tu cuerpo.


-Eso no es nada nuevo


-Lo nuevo para ti es que el chip es el culpable de que no haya personas de más de 40 años.


-¿Qué?


-El chip está programado para soltar un veneno en la sangre exactamente a los 40 años de su instalación, es por eso que no hay gente mayor a esa edad. Este no se libera si el chip es roto, lo cual es la razón de que tu estés con vida, sin embargo aun roto puede ser localizado. Ellos nunca esperaron que esto pasaría


-No es cierto, el estado no puede estar haciendo esto. Además ¿Cómo pude romper el chip? eso es imposible


-Él no sabe muchas cosas, es un confiado hijo de perra. Pero no se puede escapar de la casualidad.


-¿El? ¿A quién te refieres? ¿Por qué sabes tantas cosas del chip?.... ¿Vas a matarme?


Diana se acercó a John con esa sonrisa que las madres solían hacer cuando uno, siendo niño inundaba su ser de preguntas que tarde o temprano llegarían. Hasta en este sentido, nuestro ser humano suele ser consumista, y tocó su cabeza. John sintió el pequeño shock eléctrico que una vez mas hizo que cayera inconsciente.


Al despertar, John no estaba mas en la cueva, se encontraban en una pequeña cabaña al pie de la majestuosa montaña.


-¿Cómo te sientes John?

John no contestó, se encontraba completamente anonadado. Parecía que su mundo le había sido arrebatado al parecer sin razón alguna. John sentía una profunda tristeza por su suerte, su única esperanza era pensar que estaba en un sueño y sin embargo sabía que no había más realidad que esta que vivía. Sólo le quedaba esperar la resignación, que a veces, es la verdadera esperanza.


-¿Por qué yo? Yo no quiero esto, quiero mi vida normal, quiero regresar a la ciudad. ¿Podrías llevarme?


-Eso es imposible John, en este momento la prioridad del estado es encontrarte para asesinarte.


-¿Qué? ¿tú cómo lo sabes?

En este momento John notó que Diana no era una persona común, su aspecto era de una persona de unos 40 años en tiempos antiguos, su cabello era muy corto y completamente blanco, su piel también blanca, resaltaba sus enormes ojos azules. Era alta y robusta, pareciera el cuerpo de alguien que ha hecho ejercicio de alto rendimiento durante mucho tiempo. Al parecer bebía té mientras estaba sentada en una pequeña mesa dentro de la pequeña cabaña de grandes ventanas que dejaba ver un hermoso paisaje.


-Un momento...Replicó John antes de que Diana dijera algo. Si eres exiliada, ¿Cómo has sobrevivido? ¿Por qué sabes tantas cosas de la energía? La usaste conmigo antes, para dejarme inconsciente en la cueva ¿no es cierto? ¡Además eso explica cómo me has podido traer hasta aquí, y de la mitad del océano a la cueva!... John se paró de la pequeña cama para arrinconarse en la cabaña buscando la salida, temeroso de Diana que lo miraba fijamente y sonreía.


-Aunque quisieras escapar, sería muy fácil encontrarte. Además, sin mi, te encontrarían inmediatamente y morirías. Mira John, no te voy a hacer daño, al contrario, quiero ayudarte. Quizá si te digo mi nombre antiguo, te calmes un poco.


-¿Tu nombre antiguo? ¿Quién eres en realidad? ¿Qué quieres de mi?


-Mi verdadero nombre es Dania.


-¿Dania? Yo no he conocido a nadie que se llame así.

-Hace mucho tiempo era escritora, pero después me volví parte de la historia. Una de la que no me siento orgullosa.


John al escuchar esto, sintió un escalofrio impresionante. Sólo había una Dania en la historia, y era la guerrera de energía mas grande de la humanidad. Se supondría que ella, siendo la salvadora y mas poderosa ser humano del universo, sería la jefa de todo el estado político global. Entonces ¿Qué está haciendo aquí?


-Es imposible que tú seas Dania, "la" Dania.


Dania agachó su cabeza mientras cerraba sus ojos, una línea de luz se dibujó al rededor de su cuerpo y cada una de las maderas de la cabaña, y todas las cosas dentro de la misma, se separaron unas de otras en un orquestal movimiento y a una velocidad impresionante se alejaron hacia la montaña. John estaba muy, pero muy asustado mientras yacía en el piso de la impresión, pareciera que la realidad se estaba volviendo un sueño.


-Nací el 1 de octubre de 1985. Tengo mas o menos unos 200 años, la verdad es que ya no lo recuerdo bien. Fui la cabeza del grupo de los 100 que ganó la ultima guerra de la humanidad, según los libros.


-John, balbuceó....Y si en realidad eres tú, entonces ¿Qué haces aquí?¿no se supone que tú eres la regidora del mundo conocido?


Dania se acercó a John mientras éste se alejaba casi en la misma proporción de ella. Le sonrió y le dijo:


-Estaba esperando por ti John.

-Nunca te dije mi nombre...
-Así es, las respuestas vienen en camino.
Una enorme luz los envolvió para gradualmente, hacerlos desaparecer.